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"La música en la educación general no apunta a la formación de especialistas en un área dada, sino a la promoción del desarrollo pleno de las facultades totales del hombre siempre en orden al aprovechamiento personal y colectivo de las potencialidades individuales." (Frega, 1998, p. 20)

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Profesor de Educación Musical Limón.
oscar.mora.chinchilla@mep.go.cr

miércoles, 14 de abril de 2010

Me han pedido formar un coro ¿cómo lo hago? (5)

¿QUE DEBEN CANTAR?
Aquí entramos en un terreno bastante difícil, que corresponde al material que los niños, jóvenes y sus profesores, deberían utilizar en la Institución Educativa.
Cuando pensamos en un coro, nuestra mente (que generalmente acude a estereotipos), imagina:
a)un grupo cantando “a capella”, obras que pueden ir desde el renacimiento (o el medioevo), hasta canciones correspondientes a lo denominado “música contemporánea” o,
b) agrupaciones que se dedican a cultivar la música popular, generalmente acompañadas por instrumentos, donde se incluyen arreglos de piezas populares para coro de muchas obras que están en boga (desde folklore, rock, reguetón y hasta música “étnica” o música “fusión”).
Como lo realizado por el primer grupo es prácticamente imposible de abordar en escuelas y colegios (ya que requiere ciertas condiciones técnico-musicales, que no se pueden alcanzar en el escaso tiempo destinado a los coros), muchas veces estos, se dedican a la segunda categoría, aquella que utiliza arreglos de música “popular”.
El tema es – a mi criterio – que este material no está orientado para niños o jóvenes en edad escolar, sino que está pensado para adultos y en muchos casos adultos profesionales. Lógicamente que, utilizarlo, garantiza un porcentaje de “éxito” ya que son canciones conocidas y “aplaudidas” por el público.

Sin embargo, considero que existen miles y miles de partituras que, con gran calidad musical, están adaptadas y son “formativas” para la voz del niño o del joven. Existen muchos compositores serios – y no con esto pienso sólo en aquellos que hacen “música académica” – sino serios por su formación, cualquiera sea el tipo de música que realicen, que han dedicado muchas horas de su vida a componer para colegios, para niños o para jóvenes, hermosas obras corales que forman un vastísimo repertorio para los coros escolares.

Y aquí creo que compartimos la responsabilidad por esa “carencia” de repertorio adecuado los docentes y las autoridades educativas por igual. Los docentes porque no siempre destinamos el tiempo necesario a investigar en el material que existe en el mundo (Internet es un vehículo formidable para conectarse con otras culturas y otras formas de hacer música) y las autoridades porque – aprovechando los mayores recursos disponibles – podrían generar catálogos de obras que, abarcando los diversos ángulos de la interpretación musical, permitan a los docentes de material diverso, clasificado incluso, por nivel de dificultad, por época, por autor, por país, etc. (como todos sabemos las bases de datos hacen milagros de clasificación), tema que – según creo – no se ha encarado seriamente. Además, creo que quienes queremos dirigir coros, debemos realizar un acabado estudio del repertorio, tratar de percibir las dificultades inherentes a cada obra, prepararnos para dirigir un coro de niños o uno de adultos y establecer las diferencias – fundamentales – entre ellos.

Por último y siendo un poco más “cotidiano” me gustaría ilustrar con otro ejemplo: cuando vamos a comprar un carro, ¿queremos un carro que satisfaga nuestras aspiraciones sin tener que modificarlo o ¿nos da lo mismo comprar un tractor y cambiar sus componentes para adaptarlo?, entonces ¿porqué en la música utilizamos tractores en lugar de buscar carros que, aunque pequeños sean originales?

No me canso de repetir que cuando se dirige un coro o una orquesta enseñamos y también que, cuando enseñamos, dirigimos un grupo que en algún momento se deleitará con la música que hace.

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