El otro día estube hablando con una Docente de Educación Musical y me hizo muy buenos comentarios sobre estos pequeños artículos, lo cual me dió ánimos para seguir lo cual le agradezco mucho pues en sus comentarios me dijo que le habían servido de mucho.
El tratamiento de la melodía es tal vez más delicado y mucho más difícil que el del ritmo. Sabemos que cuando se trata de enseñar teoría musical, es más complejo para efectuar la lectura musical, la melodía que el ritmo. Evidentemente, esto se debe a que el ritmo tiene patrones de medida reconocibles (creo que todos conocemos el transcurso del tiempo y sabemos como medirlo), en cambio la melodía se basa en algo que no está al alcance de la mayoría de nosotros. (Si yo quiero medir un ritmo, puedo llevarlo a segundos y será fácilmente entendida la diferencia de duración de los sonidos; si quiero “mensurar” la melodía, no puedo sugerirle a un niño “emitir un sonido en 440 y luego otro en 415). El proceso termina siendo una memorización auditiva y muscular, que no es sencillo de adquirir.
Si alguien no entiende que es una blanca o una negra, se lo medimos en tiempo. Si le decimos que la negra dura un segundo, que tome un reloj y marque negras, lo hará con – por lo menos – relativa seguridad de que entiende de lo que hablamos. Pero si le pedimos que entone un “do”, seguramente no nos entienda, ¿de dónde lo puede obtener? La respuesta no es el piano, ya que para eso necesita conocerlo y no siempre hay un piano en nuestro cotidiano vivir. Por otra parte, el piano no nos ofrece más que una afinación temperada, que no coincide más que en generalidades con la afinación natural. He ahí donde aparece la dificultad mayor, en la falta de relación con nuestro entorno cotidiano. Hablar de duración del sonido, es concreto. Hablar de altura es abstracto. Y entonces hay que acudir en la mayoría de los casos, a la memoria auditiva, a la memoria muscular y a la percepción. Y si entramos en sutilezas, nos daremos cuenta que el problema se complica especialmente en la dirección de coros, ya que no es lo mismo afinar un “FA”, como tónica de Fa Mayor, como tercera de Re menor o como sensible de Sol b mayor.
De cualquier forma y más allá de todo eso, el trabajo melódico se asocia, para mí, con un trabajo de dinámica. Muchas veces un director de coro le pide a sus alumnos que “canten más afinado” y todos tienden a subir el volumen. Entonces aquí pienso en algunas sugerencias para comenzar el trabajo melódico:
Hemos convenido en artículos anteriores, en que todos los que quieren deben ser aceptados en el coro.
Esto presupone un porcentaje de alumnos con problemas de entonación, de afinación y de registro. Es importante entonces, con mucha amabilidad y sabiendo que “todos están en el coro”, comenzar a escuchar las voces individuales para ubicar a cada uno en la cuerda que más se relacione con su voz y tener identificados a quienes tienen algún problema..
• Sería interesante empezar con una canción con una melodía y un ritmo muy sencillos. Esa canción nos tendría que facilitar el trabajo de “emparejar” al coro. Para que todas sus voces suenen parejas y que podamos ir poco a poco cantando todos lo mismo.
• Muchas veces el texto tiene una gran influencia en la afinación, por lo cual recomiendo sobre todo al comienzo, practicar la melodía y aprenderla “laleando”. Una vez que hemos logrado un nivel de afinación aceptable, luego podremos insertar la letra.
• Siempre, para el análisis previo de una canción, es necesario tener en cuenta la dificultad “interválica”. Es complicado para coros con niños muy pequeños entonar intervalos aumentados.
Es más difícil entonar cuartas que terceras y más complejo cantar séptimas que segundas.
• Nuevamente se plantea el tema de empezar juntos y terminar juntos. Esto en forma melódica, pero esa precisión sigue siendo necesaria para que el coro se ajuste.
• No permitir – y estoy usando un término autoritario – los “glissandi” entre notas. Cada sonido debe ser puro y tener su comienzo y su final preciso.
Si en los primeros ensayos, logramos que esto se realice, veremos como el coro avanza en una especie de “progresión geométrica”. Cada avance facilitará el próximo y se irá avanzando cada vez más rápido con resultados sustanciales.
Obviamente, en el tratamiento de la melodía, existen también muchas consideraciones acerca de otros temas: la respiración, la articulación, la correcta determinación del fraseo, la prosodia, las notas largas, los finales de frase, etc. Creo que podremos ir mencionando estos temas con el correr del tiempo (son muchos y es ideal no olvidarse de ninguno, pero tampoco sobrecargar el trabajo desde el principio), así que considero que por ahora es muy importante pensar en cuidar la afinación y no cantar fuerte bajo ninguna circunstancia (me refiero al comienzo del trabajo vocal).
Y cuando lleguemos a la conclusión que es necesario cantar fuerte, cuidarse mucho de que el canto no se convierta en un grito.
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