**Bienvenida**


"La música en la educación general no apunta a la formación de especialistas en un área dada, sino a la promoción del desarrollo pleno de las facultades totales del hombre siempre en orden al aprovechamiento personal y colectivo de las potencialidades individuales." (Frega, 1998, p. 20)

Les damos la más cordial bienvenida a este blog.
Profesor de Educación Musical Limón.
oscar.mora.chinchilla@mep.go.cr

jueves, 13 de mayo de 2010

Me han pedido formar un coro ¿cómo lo hago? (7)

La entonación y el Ritmo

La entonación


Aquí un tema que – en lo que corresponde a directores de coro noveles – puede servir de ayuda para evitar pérdidas de tiempo y mejorar la calidad de las interpretaciones.

Es muy importante que cualquier docente de Educación Musical escuche bien.

Escuchar bien significa percibir cualquier desviación rítmica o melódica (de duración o de altura) que se produzca cuando otros cantan. Es un tema que en general nos llama a contestar rápidamente: “por supuesto que escucho bien”, pero que no siempre “es” tal cual lo imaginamos. En las primeras etapas de cualquier actividad, es necesario concentrarse mucho en lo que se hace, porque probablemente existan infinidad de variables que sólo podremos percibir – a pesar de nuestros conocimientos – luego de una intensa experiencia. El “escuchar” funciona de la misma manera: es necesario, sobre todo en los primero tiempos de actividad, una escucha muy atenta, una concentración profunda en lo que percibimos para poder detectar cualquier sutil error que, a pesar de ser sutil, termina influyendo para impedirnos lograr un coro prolijo y que nos resulte con una “tonalidad grisácea” a la que le falte brillo y precisión.

La escucha debe ser al menos en tres niveles: el rítmico, el melódico y el armónico.

Entonar no es sencillo. Es una circunstancia abstracta, que pese a los adelantos electrónicos y a las ventajas tecnológicas, debe hacerse – especialmente en el caso de la voz – en forma “artesanal”. No es de fácil comprensión, ya que realmente se desarrolla en base a sensaciones. ¿Cómo podemos precisarle exactamente a alguien que canta, cuál debe ser el lugar exacto en el que su entonación es correcta? Es necesario “sentir”, “escuchar” y “percibir”, que tal sonido es el adecuado, que brinda esa sensación de placer que nos satisface y que su relación con los restantes es la correcta.

Por lo tanto, la memorización muscular, la memoria auditiva y la repetición, juegan importantes papeles en el desarrollo de la afinación. Por supuesto que para lograr que esto sea así, el director coral o el docente, deben tener perfectamente claro cuál es la afinación de cada sonido, no sólo “per se”, sino en su relación con los demás. En esta última circunstancia, por supuesto, aparece la escucha armónica, ya que no podemos olvidar que cada sonido debe afinar dentro de la función armónica que le corresponde.

Esto es un tema que parece muy profundo si lo pensamos para una canción infantil y de hecho lo es, pero desde el punto de vista docente es muy importante tenerlo claro, aunque su aplicación pueda resultar innecesaria en algunas canciones.



El ritmo
El ritmo es uno de los elementos fundamentales de la música. En realidad es un elemento imprescindible. Si pensamos en la música como una conjunción de ritmo, melodía y armonía (con todas sus variantes), podemos suprimir la armonía o quitar la melodía, pero jamás podremos prescindir del ritmo. Esto se debe a que éste conecta la música con un factor fundamental de nuestra existencia: el tiempo. Ese tiempo, que más allá de las especulaciones de la física o de la filosofía, para nosotros transcurre y es necesario medirlo. Me atrevo a insinuar que no existe música sin ritmo. No existe música sin una medición de algún tipo que se asiente en una regularidad de medición.

Y en el coro, tal como en cualquier actividad musical, el ritmo es el factor fundamental para la realización de una pieza musical. Una maravillosa melodía, con un ritmo defectuoso, se desdibuja y puede quedar irreconocible. Una compleja elucubración armónica que no conserve un orden rítmico, puede ser un zafarrancho de sonidos inentendibles.

Mi énfasis está puesto en dos circunstancias específicas en las que el director de coro debería tener cuidado y ser muy exigente: la precisión rítmica y el uso de los diversos ritmos.

• Con respecto a la primera, la precisión es un factor que el director debe tener en cuenta y vivenciar no sólo con su mente, sino con su cuerpo y su espíritu. El ritmo tiene su base en la duración temporal del sonido. Es un hecho fácilmente mensurable y por lo tanto el director del coro tiene que tenerlo en cuenta y ser siempre preciso. Es importante que los niños respeten los sonidos hasta su extinción. He visto muchos directores y docentes que “descuidan” las notas finales, que no atienden la duración exacta de los sonidos y menos aún cuando a las notas les siguen silencios. Es fundamental que cada sonido valga lo que vale. Que cada puntillo tenga la duración exacta, que no se confundan las figuraciones que pueden parecer similares pero que no lo son: Ej.: corchea con puntillo y semicorchea en un compás de cuatro cuartos y corchea y semicorchea en un compás de doce octavos. (Es un simple cálculo matemático: en el primer ejemplo la corchea con puntillo vale 3/4 del tiempo y en el segundo la negra vale 2/3). Que tampoco se confunda el grupo de corchea y dos semicorcheas con un tresillo o viceversa (error muy común en los niños). Todo esto es responsabilidad del director del coro, en cuanto a un serio trabajo relacionado con el ritmo.

• En lo referente a los compases, el uso casi constante de obras en cuatro cuartos, tres cuartos o seis octavos, no prestando suficiente atención a los ritmos de cinco o siete. Existe mucha literatura para coro de niños, donde el compás de cinco o el de siete tiempos es una constante. Y creo que eso parte del supuesto que estos compases son más “difíciles” que los primeros. Creo que es algo que nos inculcan cuando aprendemos. La experiencia me indica lo contrario: cuando a los niños se les enseña la marcación de los compases, les da lo mismo aprender unos que otros. Creo que somos quienes los enseñamos que les adosamos las dificultades que imaginamos.

Existen muchos más elementos sobre los que dialogar en lo referente al ritmo: pronunciación de las consonantes, entradas y finales precisos, articulación adecuada y por supuesto la cadencia rítmica de la obra vista como un todo.

Creo que el ritmo es un elemento demasiado importante como para descuidarlo y que debe ser enfatizado desde un principio como un pilar de la correcta interpretación.

No hay comentarios: