El Canto en la Adolescencia
Este tema me hizo repensar una y otra vez más lo dificil del canto dentro del aula cuando tenemos alumnos en la edad de la adolescencia es decir en III ciclo y Educación Diversificada.
No cabe duda que es un tema complejo y complicado para resolver.
Este es uno de los casos donde el docente de Educación Musical debe asumir otros de los tantos roles que le depara el destino si quiere realizar un buen trabajo como docente, como artista, como motivador, como difusor de la música y sobre todo como formador de personalidades.
Cantar es hacer música con nuestro propio cuerpo. Es utilizar nuestro propio instrumento.
Pero aquí tenemos el punto crítico: nuestro instrumento es nuestro cuerpo.
Por lo que entonces, cantar significa exhibirse, significa mostrar nuestro cuerpo y por sobre todo nuestras habilidades. Un adolescente tiene miedo a exponerse en cualquier circunstancia, cuánto más haciendo algo por lo que generalmente es ridiculizado ya sea por sus compañeros o por la propia sociedad! Cuántos padres le dicen a sus hijos varones: “no perdás tiempo cantando, andáte a jugar fútbol, cantar es cosa de mujeres.”
Yo no se si pueda brindar consejos o dar opiniones, tal vez pueda mejor compartir mis experiencias: el entusiasmo por enseñar hace que a veces nos olvidemos de las dificultades del otro. Hacer que los adolescentes canten, merece tener en cuenta que los varones tenemos un problemático y traumático episodio del cambio de voz: todos pasamos por esa experiencia! Las mujeres lo sufren mucho menos y eso colabora para que estén más dispuestas a cantar.
No soy de los docentes complacientes, creo que las cosas se logran con esfuerzo, pero cuando he hecho cantar a jóvenes de edad temprana, he tratado de imaginar que lograr ese objetivo es como armar un edificio con ladrillos muy frágiles. Hay que ubicar cada uno en el lugar adecuado, pero además en perfecto ensamble con los otros. Porque si se rompen las paredes, es como que se destruye todo.
Con los varones, antes que ganar registro forzándolos, es preferible trabajar en la extensión de una quinta, pero que esa quinta esté afinada y la obra a ritmo. Cuando decimos una quinta imaginamos ¡qué poco! Sin embargo ya hemos visto que una de las más fantásticas melodías del mundo (la de la parte coral de la Novena Sinfonía de Beethoven “Oda a la Alegría”), no tiene más que una quinta de extensión, salvo una nota.
Si el joven siente que lo que está haciendo está bien y que puede mostrar a todos que tiene la fortaleza de lo correcto, poco a poco se irá afianzando en la tarea. Exigirle llegar a una altura considerable, cantar en falsete, forzar su voz o reprocharle lo que no puede hacer, puede hacerle perder confianza y por lo tanto retroceder en el camino.
Invitarlo a componer melodías (no pensemos sólo en la tonalidad), llevarlo a que genere música propia (y que la cante), pueden también ser pasos importantes para generar confianza en sí mismo y por lo tanto mejorar su desenvolvimiento en el canto.
**Bienvenida**
"La música en la educación general no apunta a la formación de especialistas en un área dada, sino a la promoción del desarrollo pleno de las facultades totales del hombre siempre en orden al aprovechamiento personal y colectivo de las potencialidades individuales." (Frega, 1998, p. 20)
Les damos la más cordial bienvenida a este blog.
Profesor de Educación Musical Limón.
oscar.mora.chinchilla@mep.go.cr
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