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"La música en la educación general no apunta a la formación de especialistas en un área dada, sino a la promoción del desarrollo pleno de las facultades totales del hombre siempre en orden al aprovechamiento personal y colectivo de las potencialidades individuales." (Frega, 1998, p. 20)

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Profesor de Educación Musical Limón.
oscar.mora.chinchilla@mep.go.cr

martes, 22 de junio de 2010

Me han pedido formar un coro ¿cómo lo hago? (8)

El repertorio del concierto.
Luego de muchos ensayos, puede llegar el momento de un concierto y con el mismo probablemente cerraremos el año de trabajo. Aunque alguna vez hayamos cantado previamente algunas canciones en algún acto institucional o nos hayan invitado a algún festival musical en otra institucion, éste, debería ser el momento más importante del año: el concierto final!

Todo concierto exige una exhaustiva preparación del programa. Mi opinión es que las obras musicales no pueden presentarse en cualquier orden, que cada concierto debe ser planeado, no sólo en cuanto al estudio individual de las obras que lo componen, sino al orden de las mismas y al porqué de ese orden.
Existen muchas formas de “ordenar” un programa de concierto: en orden cronológico, por orden temático, por la habilidad de sus ejecutantes, etc. Probablemente deberíamos elegir el que más conviene a cada situación, aunque debo dejar en claro que muchas veces el gusto personal o situaciones extra-musicales influyen en estas elecciones.

El orden cronológico es difícilmente aplicable en las instituciones educativas, porque los coros habituales no tienen una variedad de repertorio tan amplia como para incluir distintos períodos de la música. En cambio, el orden temático, puede ser interesante y por momentos divertido (canciones referidas a la lluvia, a los oficios, a la música, a los juegos, a la ecología, etc.). También el orden por dificultad (en los habituales conciertos Suzuki, primero tocan los que están en un nivel de dificultad superior, y luego se van agregando otros de menor dificultad, por lo tanto son más, hasta concluir en una gran masa instrumental, con la obra más sencilla) puede ser aceptable.

Todas estas son formas, igualmente útiles, según su aplicación y ésta debe estar analizada y definida por el docente. Obviamente hay algunos criterios comunes que podrían ser tomados en cuenta antes de decidir, de estos menciono los siguientes:

• Las obras deben alternar su carácter, (tempi rápido y lento, diferentes articulaciones, dinámicas contrastantes, etc.). Desde ya que para esto, el director debe elegir un programa donde estén presentes estos diferentes caracteres. Si un director elige un programa donde todas las obras son lentas y ligadas, probablemente su concierto será aburrido, si elige todas las obras rápidas y muy articuladas probablemente será. . .aburrido también. No olvidemos que el oído se acostumbra a escuchar y deja de prestar atención. El cambio, la sorpresa, lo inesperado es aquello que le otorga variedad al concierto.

• Las obras deberían seguir un orden que vaya motivando cada vez más al público. Esto también tiene sus alternativas, ya que podemos ir generando cada vez una mayor exaltación en el público, pero, en algún momento generar un “anti-climax”, que podrá servir de “descanso” a la tensión creada por dicha exaltación.

• Las obras, si tienen diverso acompañamiento instrumental, pueden estar intercaladas de tal manera que provean al público de una variedad tímbrica interesante. Si algunas piezas son acompañadas con piano y violín y otras con guitarra y flauta (por dar un ejemplo), no ubiquemos todas las primeras juntas y las otras luego. Busquemos alternar, para generar también un clima de interés.

• La primera obra y la última son de enorme importancia. Nunca pongamos allí las obras más difíciles, ya que con la primera, necesitamos que el público se sienta cómodo y satisfecho y con la última que se vaya muy entusiasmado. Poner obras complicadas en esos lugares, es hacer más difícil el éxito. La primera obra debe tratar de ser alegre y muy fluida, para que la gente “entre en confianza”. La última debe ser “apoteótica” y si es posible utilizando todos los recursos a nuestra disposición, para que resulte impactante.

• Los solos, dentro del repertorio deben estar cuidadosamente colocados, para que su posible efecto, no sea anulado por las obras de conjunto.

• Por último hay que tener mucho cuidado si por alguna razón, amplificamos parte de los instrumentos o el grupo en su totalidad. El efecto sonoro que causa la amplificación, dificulta mucho la continuación de un “grupo acústico”. Puede que queramos hacerlo, pero sólo servirá para algún tipo de efecto y siempre hay que utilizarlo con muchísimo cuidado.

Me parece que por ahora es suficiente, aunque menciono un par de últimas recomendaciones: es conveniente hacer un programa escrito del concierto, donde figure el nombre de todos los participantes. Esto nos dará trabajo, pero alentará a los estudiantes a seguir adelante. Y es muy adecuado que el director explique las obras que se cantarán (esto último lo comentaré en otra ocasión).

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