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"La música en la educación general no apunta a la formación de especialistas en un área dada, sino a la promoción del desarrollo pleno de las facultades totales del hombre siempre en orden al aprovechamiento personal y colectivo de las potencialidades individuales." (Frega, 1998, p. 20)

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Profesor de Educación Musical Limón.
oscar.mora.chinchilla@mep.go.cr

martes, 11 de mayo de 2010

¿No puedes quitar esa canción de tu cabeza?

Los alemanes fueron los primeros en ponerle un nombre al exasperante fenómeno de la música que se bloquea en el cerebro -ohrwurms- y no fue mucho antes de que los estadounidenses comenzaran a estudiarlo. Por lo menos un profesor, James Kellaris de la Universidad de Cincinnati, esta buscando descubrir que las hace tan irritantes y persistentes. Sea lo que sea, es difícil escapar del “earworm” en esta época del año, con los centros comerciales y las calles públicas bombardeadas con temas de moda. No importa cuanto te guste la música. De hecho, cuanto menos te guste, más tiempo parecerá que se cuelga en las células de la memoria, circulando en la mente sin tregua.

Cuando esto ocurre, el neurólogo Oliver Sacks escribe, “la música entró y subvirtió parte del cerebro, obligándolo a disparar repentinamente…, como puede ocurrir con un tic o un ataque”. En su nuevo libro, “Musicophilia”, Sacks cita a un paciente recordando un combate de “gusanos de la mente”. La canción “Love and Marriage” tomó posesión del hombre durante 10 días, lo que lo llevó a esfuerzos desesperados para apagarlo: “me lancé hacia arriba y hacia abajo. Conté hasta cien. Me tiré agua en la cara. Intente hablar en voz alta conmigo mismo, tapando mis oídos”. Por último, terminó, sólo para volver cuando le dijo Sacks sobre eso.

La memoria musical adopta muchas formas curiosas. Los investigadores dicen que la repetición constante de la música popular -ineludible hoy en iPods, reproductores de CD portátiles, en la radio, en el aire en todos lados– nos entrena desde la infancia para esperar ciertos patrones de notas. Esto le permite a las melodías a residir cómodamente en el cerebro, donde los patrones se grabaron profundamente.

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